¿Te atreves?

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17 dic 2009

4. La nueva



-Ahora vengo – me dice con una sonrisa, y desaparece por la puerta, dejándome sola en la habitación.
Me doy la vuelta, y observo detenidamente la habitación, ya que ahora hay luz, y anoche estaba todo oscuro. Es toda blanca. No hay otro color. No hay casi muebles. Un sofá, también blanco al lado de la ventana, y un armario en el otro lado. ¿Un armario para qué? No tengo ropa, no tengo nada.
De pronto la puerta se vuelve abrir, y vuelve a aparecer ese retaco de chica con algo en las manos. Al parecer ropa.
-¿Qué es eso? – pregunto algo extrañada.
-Ropa. – tiende sus manos ofreciéndomela. La cojo con miedo, y la coloco en la cama.
-¿Ropa?
-Claro. ¿No querrás estar siempre con esa bata de hospital feísima, verdad? – esbozó una sonrisa. Yo asiento con la cabeza, cogiendo la ropa. Voy al lavabo y me cambio.
Me sienta como el culo esta ropa. No es la mía. Es espantosa. Diría que la odio, pero es lo único que tengo por el momento. Intento no volver a mirarme en el espejo. No lo soportaría. Salgo del baño, y ahí seguía Andrea, sonriendo al verme con la ropa puesta.
-Estás perfecta. – me coge de la mano y tira de mi, saliendo las dos de la habitación, cerrándose la puerta tras nosotras.
Es la primera vez que salgo de la habitación desde que estoy aquí. Ahora mismo, me desharía de la mano de Andrea y saldría corriendo a buscar la salida, y escapar de este infierno. Pero en cambio no lo hago. ¿Por qué? No lo sé.
Un pasillo largo y amplio asoma delante de nosotras. Hay algunas puertas a cada lado del pasillo. Más habitaciones supongo. Pero el pasillo está desierto.
-¿A dónde vamos? – pregunto cautelosa.
-Al comedor, con los demás.
Bien, al menos sé que hay más gente… ¿Cómo yo? No sé… Al final del pasillo hay una gran puerta, de esas que tienes que empujarlas para abrirlas. Pasamos a lo que supuestamente es el comedor. Todo se quedó en silencio, y todas las miradas se centraron en mí. ¿Tengo monos en la cara o que pasa?
-¿Por qué me miran?
-Eres la nueva, entiéndelo.
-Ya, claro… La nueva. – agacho la cabeza, y Andrea tira de mi, para que me mueva del sitio. Nos dirigimos a una mesa.
Hay un chico sentado, con el pelo negro despeinado, y por lo que veo algo pálido de piel. Parece un ser sin vida, un… muerto. Andrea se para a su lado, él alza la vista y nos mira. Yo no sé qué hacer. Me quedo quieta a su lado. El chico sonríe y se levanta a darle dos besos a Andrea. Me mira, y me sonríe. Sus ojos verdes acaparan toda mi atención. Ese chico es muy delgado, tiene la cara hundida, y está en los huesos. Anoréxico deduzco.
-Aiden, esta es Irimina – Andrea me presenta. – Es… nueva
-Odio ser la nueva. – digo. El chico, Aiden, sonrió y me dio dos besos.
-Pues bienvenida. Yo soy Aiden, y no soy nuevo – ríe levemente.
-Ya lo supongo – río yo también. Es agradable.
-Irmina, siéntate con él, yo ahora vuelvo y te traigo algo de comer. Aiden, cuídamela, eh – Nos sonríe a los dos, y se aleja de nosotros.
Me siento enfrente de Aiden, y miro atenta todo el comedor. Mucha gente, sonido de cucharas y tenedores contra los platos, murmullos de la gente… odioso.
-Te acostumbraras. – me saca de mis pensamientos su voz.
-Tú que sabrás…
-Llevo mucho tiempo aquí. Sé demasiado – me sonríe.
-¿Por qué? – me apoyo en la mesa con los brazos cruzados.
-Eso no importa – seguía con su sonrisa- Algún día te lo contaré. – Yo solo asiento con la cabeza. - ¿No conoces a nadie, verdad?
-No – susurro. – Bueno, a Andrea, y a ti…
-Bien – no borra de su cara esa sonrisa. – Por cierto… ¿Cuántos años tienes?
-Soy vieja. No creo que necesites saber mi edad. ¿Y tú?
-Yo 17. Como la mayoría de aquí. Todos somos jóvenes. No hay ningún viejo. Los únicos viejos que hay, son los doctores y enfermeras…Así, que tu tampoco eres vieja. ¿Me vas a decir ahora cuántos años tienes?
-Está bien… Tengo… 21… - digo algo insegura.
-No eres vieja… - me coge de la mano, y me vuelve a sonreír. – Eres joven. Como todos.
-Pero yo no quiero ser como todos. Quiero salir de aquí. No quiero ser la nueva. Quiero ser libre.

1 comentario:

  1. Oh, qué horribles recuerdos me trae leer esto... realmente, está muy bien describida la situación.

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