¿Te atreves?

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24 ene 2010

Tu sangre es peligrosa

Nee, te lo dedico.

Sus pasos resonaban por los oscuros pasillos. Era noche cerrada y, la mayor parte de los residentes, se encontraban durmiendo es sus respectivas habitaciones. Evitó pasar por la biblioteca, sabiendo que ahí la noche no había hecho más que empezar; los juegos y la diversión entre los más despiertos del colegio se centraban en aquella sala.

Pero ella no buscaba ese tipo de diversión. Lo que buscaba se encontraba varias plantas más abajo, pasando por la enmohecida puerta, cruzando el pasillo de antorchas... Allí, en algún lugar, se encontraba ella. La misma que una noche le advirtió que no volviera por aquél lugar.

Tu sangre es peligrosa...

Miles deveces había intentado olerla, pero no encontraba ningún tipo de atractivo en aquél líquido rojo que brotaba de su piel. Por ello, había olvidado que debía ir con cuidado. Ni si quiera pensó en ir armada, por lo que pudiera pasar.

Pasos. Pasos en la noche. Una figura se acercaba a ella, veloz. Se dio la vuelta, con el corazón emocionado; tenía que ser ella. Pero no lo era. Una figura masculina surgió de las sombras, intentando agarrarla, morderla. Su grito recorrió todos los rincones de aquellas mazmorras. Llegaron incluso a los oídos de ella.

Dejando atrás la cena que estaba a punto de degustar, salió corriendo de su escondite, recorriendo los pasillos a velocidades vertiginosas hasta verla. Allí, herida, en brazos de uno de los suyos. Llena de ira, no dudó en atacar a aquél hombre, enzarzados en una fuerte batalla que iba a acabar con la vida de uno de ellos. Se sentía debil. J se acercó a ella, asustada, herida. Sangraba.

El olor era insoportable. Mejor que el olor de las palomitas recién hechas, mejor que un chocolate caliente, mejor que el olor del fuego en la chimenea. Mejor que una tarde de lluvia, mejor que la canción del momento, mejor que los sueños. Mejor que todas las cosas del mundo. El hambre que sentía, unidos con aquella tentación, pudieron con ella.

J, asustada, vio cómo Iel se acercaba a ella lentamente. Sus ojos bañados en sangre, sus afilados colmillos asomando en las tinieblas. Aún así, no reaccionar. No supo, no quiso. Dejó que su amiga, fuera de sí, se acercara a su cuello, bebiera de ella. Era una sensación tan extraña y, a la vez... Cálida. Esperaba sentir dolor, frío, miedo. Pero no fue nada parecido a ello.

Iel, por su parte, se encontraba en otro mundo, saciando su sed, disfrutando de aquél fruto tan prohibido para ella. Sangre humana. Humana... Estaba matando a un humano. Abrió los ojos, parpadeando, viendo la piel cada vez más pálida de J. Estaba matando a la persona que más había querído en toda su no-vida.

El hecho de haber tomado de su sangre le repugnaba completamente, a pesar de que fuera la mejor que hubiera probado nunca. J, a las últimas de su vida, temblaba en el suelo, con una sonrisa en los labios, sin apenas luz en los ojos.

Desesperada... Iel la abrazó. Dejó que aquello que una vez penetrara en ella, tantos siglos atrás, lo hiciera también con la joven. De nuevo, un grito brotó de su garganta. Recordaba aquella sensación, tan horrible, que no deseaba para nadie pero... No quería que ella J muriera. La quería viva, viva para siempre, para siempre a su lado.

El sol empezaba a despuntar. Dos figuras pálidas, oscuras, cansadas, reposaban en lo alto de un torreón. La luz pronto las recluiría a un mundo de oscuridad del que nunca más podrían salir. Pero, por unos instantes, decidieron observar por última vez los rayos de aquél sol que marcaba una nueva vida para ambas.

23 ene 2010

Receta para un buen resfriado

Realmente se me da mal esto de escribir blogs. He perdido la práctica después de mi querido LP, y ahora no sé qué escribir aquí. O quizás la culpa la tenga el cansancio, el sueño, el dolor y el ploff con el que me he levantado hoy. Y eso que hace menos de una hora que estoy en pie...

Anoche, concierto. Es decir: tarde de hacer el bobo, quemarme la boca a base de picante, pasar frío, recibir collejas, pegar hostias, llervarme decepciones, ver a gente que hacía muchisimo tiempo no veía, romperme la nariz, muchas fotos, broncas por echar fotos, buena música, muchos saltos... Y de gritos mejor ni hablemos.

Pero me quedé con ganas de más, la verdad. Para qué engañarnos, a mí es que me faltaron JG. Pero bueno. Después, más frikeo por la calle, cantando a grito pelao' canciones del año mariacastaño, y luego ya con los bailoteos pro's... Menos mal que yo ya me empezaba a encontrar mal entonces...

Por que, sí. La mejor manera de pillar un buen resfriado es, sin duda, salir por la noche. Estas en un sitio cerrado, saltando, bailando, empujando y, claro, te da un calor que no veas. Luego llega la hora de salir y, encima, tus amigos te han robado las dos chaquetas que llevabas, y tienes que ir por la calle, seguramente a uno o dos grados de temperatura, con una simple camiseta fina. Conclusión: me he levantado con un dolor de cabeza y garganta insoportable.

Y encima, en ESTE fin de semana. Que tengo tantas cosas que hacer, entre ellas y la más importante preparar la exposición oral del TR. ¡Y yo sin voz! A parte de tener que pasar la montaña de apuntes de las diversas historias para Nana... Y yo lo único de lo que tengo ganas es de seguir durmiendo.

...Aunque cada vez que cierre los ojos vuelvan las pesadillas a mi cabeza.

18 ene 2010

Gris



Día de niebla y lluvia, día gris en todas sus versiones... Nubes grises, miradas grises, ropas grises, coches grises, clases grises, sonrisas grises, imágenes grises, historias grises, palabras grises, recuerdos grises...

Anoche volví a sentirlo, como si no hubiera pasado el tiempo. Volví a sentirte subiendo lentamente a mi cama, agazapada, escurriéndote bajo mis sábanas, bajo mis brazos. Volví a ver tus brillantes ojos verdes en la oscuridad, volví a sentir tu suave tacto en mi mano. El calor de tu pequeño cuerpo, la manera en que me hacías sentir tan bien a pesar de que quisiera terminar con el mundo...

Anoche fue una de esas. En las que no quería ver el mundo tal y como era; en la que me hubiera gustado ser como Descartes y creer en el subjetivismo, que todo lo que me rodea no es más que fruto de mi imaginación pero... No estabas ahí.

Empiezo a entender palabras tan dolorosas de tiempos pasados, cuando risas hacían sentir mal a personas que se sentían como yo me siento hoy. ¿De verdad es tan patético echar tanto de menos a alguien a quien has querido tantísimo? Pues si lo es, lo siento, soy patética.

Pero hoy me hubiera gustado verte pasear por encima de mi escritorio y dejar que te subieras sobre mi hombro para quedarte dormida ronroneandome al oído.

Ay...

16 ene 2010

5. Efectos



Andrea vuelve, con un par de bandejas cargadas de todo tipo de comida; café, zumo, leche, donuts, galletas, cereales, frutas… Lo va repartiendo por la mesa, de forma en que todos podamos llegar a los alimentos. Observo a Aiden, que mira agradecido a la chica. Pero es una mirada… Extraña. Mientras nosotras dos empezamos a comer –la verdad, no me había percatado del hambre que tenía-, el se limita a darle vueltas a su taza de café humeante.
-Tú, come algo. Ni que sea una galleta –escucho que dice Andrea.
-No tengo hambre.
La discusión comienza a alargarse, aunque con cierta calma; es como si fuera una rutina para ellos. Por suerte, alguien rompe con su diálogo; la chica de mi habitación le da un pequeño golpe en la cabeza a Aiden, haciéndole callar, mientras se sienta en su lado.
-Oh, Dios mío. Andrea, ¿por qué has traído tanta bollería a la mesa? ¡Sabes que estoy a dieta!
-Amber… Come. Mira este delicioso donut de chocolate… Oh, vamos, lo he cogido para ti.
No sé por qué, pero no puedo evitar romper a reír al ver la escena, lo que vuelve a conseguir que la gente se fije en mí. Algunos empiezan a murmurar cosas que seguro que tienen que ver conmigo, pero intento ignorarles. Con un suspiro, apuro mi zumo de naranja y miro a la gente que me acompaña en la mesa. Un anoréxico, una preñada y una enana marimandona. Parpadeo, ya que empiezo a verles extrañamente borrosos. Andrea, consiguiendo meterle el dulce en la boca a la otra chica, se fija en mí. Descifro su ceño fruncido, pero un martilleante dolor de cabeza me hace agachar la mirada. Noto sus manos agarrando mi brazo, tirando de mí, y pronto el bullicio de la sala empieza a apagarse. Siento mis pies flotar mientras soy arrastrada por el pasillo de color blanco.
-Irmina. ¿Me oyes? ¿Te encuentras bien? –su voz suena distorsionada, lejana-. Llamaré al médico.
Y entonces es cuando caigo. Algo me hace tropezar, y mi cuerpo se abalanza sobre el suelo, convertido de pronto en un mar de aguas claras. Mi cuerpo comienza a hundirse mientas extrañas anguilas de colores empiezan a rodearme. Al fondo, en la oscuridad, un bonito carrusel brilla con luces anaranjadas, como en una eterna puesta de sol. El payaso me sonríe, mostrando sus afilados dientes, invitándome a subir al león de fuego. Lo acaricio, pero me gruñe, e intenta morderme, así que salgo corriendo, o nadando; ya no sé ni lo que hago. Y de nuevo, en mi cabeza, escucho voces distorsionadas mientras un camino blanco y sedoso aparece ante mis ojos.
-Gracias por traerla, Andrea. Empieza a sentir los efectos de la abstinencia… Lo único que podemos hacer es…
La voz se va apagando, privándome de saber qué es lo que van a hacer conmigo. ¿Qué, qué, qué? ¿Qué es lo que van a hacer? Nada. Silencio. Tan solo las nubes me acompañan. Pero siento algo en mi interior. Como un rayo, como un chute, como un vaso de caldo caliente calentando mis entrañas. Solo que por todo el cuerpo. Es como… Un fuego en el invierno. La lluvia del verano. Un atardecer acompañado. Es como saltar de un puente, como volar por el cielo. Como encender la televisión, como ver un conejo saltando por las nubes, como un orgasmo. Como estar viva. Pero, en el fondo, me siento muerta.
Las nubes se tornan oscuras a mí alrededor, un rayo cae sobre mi espalda, fulminante, calcinándome. Y vuelvo a caer, más rápido, más veloz, chocando con un muro marcado con las letras de la realidad. Aparezco en la cama de la habitación, sola, sudorosa, impregnada en frío. La luz entra, tenue. Un sonido chirriante suena cerca. La puerta del baño, entornada, se mueve lentamente.
-¿Hola…? –pregunto algo asustada.
Intento moverme, pero no puedo. Mi cuerpo está pegado completamente a las sabanas. Mi respiración se agita, cada vez más nerviosa. En el baño no consigo ver más que oscuridad. Pero no, hay algo más, una figura se mueve. La veo, la escucho. El sonido de sus pasos golpea mi mente con fuerza. Mis ojos se mueven veloces, atisbando cada milímetro de la puerta. Ahí está. La veo. Con su despampanante traje rojo y sus zapatos de tacón, acercándose lentamente a mí, contoneando todo su cuerpo con aires de superioridad. Sonríe de la única manera que sabe; con odio, con desprecio. Y me mira, riéndose de mí.
-Michelle… -murmuro.
Ella simplemente asiente, sin borrar su sonrisa. A su alrededor, formas extrañas, vaporosas, oscuras, se mueven. Invaden la habitación, ocupan las paredes, el techo, el suelo. Veo cómo una de ellas empieza a trepar por las sábanas de mi cama.
-Mi pequeña Irmina… -comienza a decir-. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no vienes con nosotros? ¿Acaso te gusta este sitio?
-¡No! –replico, sintiendo esa masa oscura llegar a mis pies.
-Ay… Eres tan egoísta. Tu aquí, de fiesta. Y nosotros preocupándonos por ti…
-No, no, no quiero estar aquí…
La cosa llega a mi vientre, se detiene, me mira. Sus ojos son brillantes, aunque negros, y me miran sin ningún tipo de expresión. Tan solo es oscuridad, sin forma alguna, que continúa moviéndose hasta llegar a mi pecho.
-Ayúdame –suplico.
-Tú tienes la solución, Irmina. Tú eres la que decide.
Su mano se acerca a mi rostro. Consigo ver una pastilla en su mano. Blanca, pura, contrarrestando con el monstruo que se acerca a mi boca, cada vez más grande, cada vez más oscuro. Veo una flor marcando la pequeña partícula de productos químicos. Mi salvación. Abro la boca, estirando el cuello, intentando evitar que la masa oscura entre en mi interior. Michelle comienza a reír, dejando caer la pastilla. Durante una fracción de segundo, la veo detenerse en el aire, a punto de caer. Consigo despegarme de las sábanas, cogiéndola. De pronto, todo se vuelve blanco.

14 ene 2010

2010

Vaya, primera entrada del año y me retraso... *mira el calendario* 14 días. Sí señor.
Bueno, no tengo en mente empezar a decir las cosas buenas y las cosas malas que ha tenido este pasado año porque, la verdad, son demasiadas de ambas categorías como para escribirlas por aquí. Sí que voy a decir qué me ha traído el 2010:

Un viaje no tan genial como imaginaba, 8 horas en coche. La adicción por un grupo al que he ignorado desde hace tiempo. Incomunicación, pérdidas, llantos, problemas y nervios. Mucho, mucho estrés, decepción y desgana. Una chaqueta que me da pinta de macarra y me viene enorme, además de un libro larguísimamente esperado. Falta de horas, exceso de tiempo libre, cero ganas de hacer nada. Una bolita de arroz muy simpática (entrad, realmente merece la pena) y un sustituto para las bolitas de arroz de verdad. Un frío metal, una promesa que cada día me parece más dificil, una cuesta arriba prácticamente vertical y un silencio más frío que todos los congeladores de mi casa (que ya son muchos, ¿eh?). Un día como los de antes, de pasar el día sentadas delante del ordenador viendo series y películas para reírnos de todo y evitar pensar en los problemas. Un grandioso día como los de antes, con un montón de amigos (con los que tan sólo hablo en las quedadas) que, aunque pasada por agua, fue genial como siempre. Estrés, mucho estrés con el TR. Un dolor terrible de barriga, acompañado de demasiada piña como único plato. Sustos, malas noticias, más hospitales y casi (casi, por suerte) más muertes. 6 días sin internet ni teléfono, y una única persona que se ha preocupado por saber si sigo viva (gracias, por cierto :D). Recuerdos, demasiados, más de 300 mensajes de tiempos mejores que me hacen pensar en cómo ha cambiado el tiempo en casi un año. Soledad, acompañada por risas y Uno en horas muertas de clase.

Vaya... ¿Todo esto en tan solo 14 días? No se si el 2010 se presenta tan bien como lo pintan. O quizás... ¿Simplemente será otro año más con sus cosas buenas y sus cosas malas?


Mañana/pasado subo capitulo, lo prometo.