¿Te atreves?

¿Te gusta escribir? ¿Leer? ¿Quieres compartir tus palabras con gente como tú? Entonces... ¿A qué esperas? Entra y descubre un rincón donde poder expresarte.

21 may 2010

16.

He intentado varias veces empezar esta entrada, pero te he escrito ya tantas veces que no se me ocurre qué decirte ya.

Han pasado muchas cosas, muchos años. En mi vida, mucha gente ha entrado y ha salido, pero tu entraste y, la verdad, no hay manera de echarte. Tampoco es algo que quiera hacer. Dicen que los amigos de verdad pueden contarse con una mano. Enhorabuena; eres mi dedo meñique.

Cuando nos conocimos apenas si eramos un par de crías. Tú eras un moquillo de doce añitos y yo un mocarro de catorce. ¿Qué te parece? Y ya cumples dieciséis. Cualquier matemático te diría cuantos años hace que nos conocemos pero... Lo siento, soy de letras.

La cosa es que hemos compartido muchas cosas; buenas, malas, tristes, felices, con sol, con lluvia... ¡Y hasta me quitas los mocos! Supongo que tú entenderás esto. Ya sabes, por la pancarta negra que intenta asesinarme todas las noches.

Hay muchas experiencias que ya escribí otra vez y, por no ser pasada, me limitaré a decirte que te vuelvas a leer aquella entrada que por poco nos hace llorar a las dos. Por que eso de recordar a Alice y James... Recuerdame que te debo una historia de amor bien hecha; te la mereces.

Puedes ver que no estoy muy puesta hoy. Será el sueño, o que sigo teniendo en la cabeza que tu cumpleaños es la semana que viene y no mañana. Qué será, será. Quien sabe. Será el monstruo de las cosquillas o los murciélagos colgados en la esquina de mi pared. O serán las partidas del Uno y los McFlurry en pleno invierno. No, en realidad, creo que aun me parece mentira que después de tanto tiempo, pueda tener el privilegio de llamarte mi amiga y felicitarte un año más.

¡Lo has conseguido! Ya tienes dieciséis. Y de aquí a los 50 va un salto, ya lo sabes. ¿Recuerdas aquella conversación? Nos dio por hablar de un futuro muy lejano en el que, por cosas del destino, nos volveríamos a cruzar. En medio de la calle, viejas, con toda una vida pasada... Y volveríamos a gritar nee a pleno pulmón, asustando a los transeúntes.

Y volveríamos a sentarnos en el banco pervertido de plaza catalunya para darles miguitas a las palomas -o un poquito de salchichón para ver algo de acción- mientras nos reímos de lo tonta que es la vida.

Pero una vida con gente como tú cerca, es una vida que merece la pena.

Feliz cumpleaños, nee :3

17 may 2010

Palacio de cristal

Como en el cuento de los tres cerditos o las pesadillas de media tarde, todos tenemos un pequeño castillito que edificamos sin parar. Poco a poco, ladrillo a ladrillo, construimos una alta torre con la ambición de llegar a las estrellas.

Yo lo hago. Construyo día a día con bloques de cristal. Una torre transparente, un castillo sin mentiras. Pero tan frágil que una leve brisa podría desmontarlo todo. ¿O no? Por más que los lobos soplen, aún no se ha desplomado. No del todo.

Muchos otros escogieron otras formas de construir. Maderas, rocas, cañas… Pero todas, con el tiempo, terminan cayendo. Puede que mi torre también caiga, puede que nunca llegue a rozar las nubes. Pero aunque sea frágil, tendré el recuerdo de que fue bonita mientras se mantuvo en pie.

¿Y por qué? ¿Por qué cristal pudiendo coger acero? ¿Por qué algo que sabes que se rompe, que se agrieta? El cristal es bonito. Es puro. Es limpio. No construyo para mí. Tal vez, si fuera así, lo amarraría al suelo con correas, reforzaría con millones de pilares y arcos. Pero una princesa de tal belleza merece un lugar que, como mínimo, le llegue a la suela de los zapatos.

No… Hace tiempo que la torre no avanza. Tal vez sea por la altura, pero las brisas de aquí arriba son más crueles, más fuertes. Y el cristal se resquebraja. Lo que antaño fue puro y fino ahora se muestra ahogado por las fuerzas externas.

Y me quedo parada, siempre en el mismo lugar, intentando reparar todas las grietas que el viento ocasionó. Y yo misma, sin querer, golpeo la fina torre al intentar repararla, rompiéndola aún más. ¿Qué será lo que hago mal? Tal vez sea momento de dejar la construcción a un lado y dedicarme a la papiroflexia…

No, eso nunca; jamás pararé. Puede que no sea perfecta. Puede que nunca llegue a las nubes. Puede que ya no sea tan transparente como antes. Pero no importa. Sigue siendo mi torre, nuestra torre de cristal. Algún día, esté donde esté, se que llegaremos a la cima, y ya no habrá nada ni nadie que la pueda destrozar.

Y brillará eternamente, pura, cristalina, sin más miedos. Dejaré de esconderme en un mundo de cristal tintado.